Llegue a la estación camine dos cuadras hasta el cementerio había mucha gente, ya me habían anticipado que el domingo es el día de visita hay que cambiar las flores y visitar a los muertos.
Entre al cementerio mi compañero no estaba, el se había esforzado más que yo para llegar tarde, no me gusta esperar en sitios que no frecuento; me siento justo en la entrada del cementerio allí veo desfilar a toda clase de gente, turistas como yo que vienen al recorrido del domingo porque es gratis, familias enteras con las manos llenas de flores para sus muertos, músicos sentados esperando ser contratados para serenatiar a los muertos y hombres en grupo de esos que me dan miedo cuando camino por la calle.
El desfile sigue, por mi frente pasa una madre con sus tres hijos una de las niñas dice:
Evelyn sigue tocando las lapidas sin importar las advertencias de su hermana luego se pierden de mi vista. Las familias siguen apareciendo las señoras lucen sus mejores vestidos mientras cargan los arreglos florales para sus parientes, los más jóvenes se visten tal como el estereotipo de sicario y de grilla de televisión; los músicos siguen ahí sentados afinan, ensayan uno de ellos no quiere estar ahí; el otro espera paciente.
La guía se sabe de memoria el discurso de cada mausoleo después del tercero todos me parecen iguales, gente rica que se murió, era más entretenida la entrada del cementerio y sus personajes. Estoy aburrido, las historias se repiten.
Veo una moto de policía atravesar el cementerio, pienso en la gente que vi entrar los que tenían cara de malos, pienso que la gente venga sus muertos, que pelea por muertos, que los muertos están en el cementerio y hoy yo estoy de visita.
Mi compañero toma fotos y graba el recorrido, sigue igual de aburrido. pienso que me tengo que ir que hay cosas pendientes y que es mejor estar cerca de casa; Me voy.
